http://apasionadadelaliteratura.blogspot.com.es Organiza un sorteo con tres premios, muy asdfghjklñ. El primero es un lote de cinco libros de Cazadores de Sombras, el segundo premio son tres libros de Cazadores de Sombras, y un broche y un colgante de Sinsajo. El tercero es sorpresa, pero viendo el resto de premios, seguro que es increíble también.
Unos Juegos Diferentes.
jueves, 9 de mayo de 2013
lunes, 7 de enero de 2013
Capítulo 5.
-Hola- Me sobresalto
un poquito al ver que es el chico del Distrito 4, del cual no recuerdo el
nombre.
-Hola, ¿Cómo te llamas?-
Me resulta extraño, ya que se supone que aquí nos conocemos todos, y esta
pregunta me recuerda a cuando inicie la escuela.
-Soy Sean, del 4, y
si no me equivoco, tu eres Analise ¿no?- Asiento, todo el mundo me conoce, por
ser la hija de una antigua vencedora, y no es que este muy satisfecha.
-¿Y como es que esta
por aquí un profesional?-
-No soy un
profesional, mi madre no quería enviarme a la academia de entrenamientos, le
parecía que seria estropear mi infancia, y que ya bastante mal estaba ya viviendo
en la sociedad que vivimos.-
-Pensaba que eso no
se podía hacer, que todos estaban obligados a acudir. Pero ya veo que no.-
Suspiro y miro al frente. Tal vez podría escaparme, podría hacerlo si saltara
lo suficiente esos alambres.
-Me da que no vas a
poder, el alambre transmite demasiada electricidad como para aumentar tres
metros mediante un sensor de movimiento.-
-Ni que tu Distrito
fuera el de la enseñanza, en el caso de que existiera.-
-Mi madre es
profesora en la escuela, y siempre me ha enseñado todo lo que sabía.-
Por una vez le veo
tal y como es, tiene los ojos del color del mar, el pelo castaño tirando a
moreno, y una piel algo morena.
-¿Te pasa algo?-
-No nada, no pensé
que serias así, te imaginaba como un asesino psicópata.-
-No, soy algo bastante
distinto a eso por suerte, menos mal que mi madre no me mando a esa academia,
si no, ahora seria uno de ellos.- Esto hace que esboce una leve sonrisa, por lo
menos, he conocido a dos personas, que tienen algo de inteligencia en sus
mentes.
Estamos una media
hora hablando sobre el Capitolio, y entonces, es cuando comprendo que en esos distritos solo tienen facultad para
comer algo mas, sin embargo, en cuanto a los agentes de la paz, allí les tienen
mas duros. En nuestro distrito, los agentes de la paz son fácilmente sobornados
por algo de carne o algunas monedas que necesitan para sobrevivir. Miro la hora
en un reloj que el lleva colocado en su muñeca, con el mango negro y unas
pequeñitas rayas de ese mismo color, con la esfera redonda y plateada y que
marca la hora de la una y cinco de la madrugada. Ambos debemos de descansar
para el entrenamiento de mañana, que será el más largo de todos y a la noche,
el entrenamiento privado con los vigilantes, y la presidenta Rosa. Pasado solo
tendremos entrenamiento por la mañana, ya que por la tarde tendremos que
prepararnos para las entrevistas con Caesar Flickerman. En donde pasaremos uno
a uno, luciendo elegantes y lujosos trajes, y respondiendo a unas preguntas que
le interesan al Capitolio durante el tiempo estimado de cinco minutos. Al día
siguiente de este, acudiremos a la arena, ese estadio repleto de tributos que a
saber que esconde en el.
Bajo las escaleras
del tejado y me dirijo hacia mi dormitorio directamente, me pongo un pijama
formado por un pantalón y una camisa, ambos de seda. Me meto en la cama, sin
embargo, no soy capaz de dormir, hoy ni siquiera cene, y las tripas me reclaman
comida. Salgo de la cama y encargo en el panel un plato de solomillo con
patatas cubiertas de una salsa rosada, junto a una bebida azul que ni siquiera
se como se llama, será otro de estos nombres extraños del Capitolio.
Como lentamente,
disfrutando de cada mordisco, mientras veo la televisión del Capitolio,
programas sin sentido que ofrecen a sus habitantes diversión, si eso se le
puede llamar diversión. Sin darme cuenta, ya son las dos de la mañana, y tengo
que descansar ya, o mañana no podre ni levantarme. Me vuelvo a meter en la cama, cuando unos
gritos invaden todo el edificio, salgo de mi habitación corriendo, buscando el
origen del sonido, hasta que llego a donde proviene. De la planta del distrito
6, y al parecer, a sucedido una catástrofe.
La chica del distrito
6, Ice, ha sido asesinada por su compañero de Distrito, el psicópata Derek. Un
par de policías le esposan frente de la presidenta Rosa, que contempla el
cadáver de la chica cruzada de brazos. Me dirijo a Grace.
-¿Qué va a pasar?-
-No lo se, estaba
intentando escuchar.- Asiento y hago lo mismo, hasta que al fin, nos enteramos
de algo.
-Tendremos que buscar
a dos nuevos tributos en el Distrito 6.- Se rasca un poco la cabeza y continua hablándole
al vigilante jefe.- Ahora mismo convocareis a todo el Distrito 6, se ha de
repetir la cosecha, y mañana por la mañana no habrá entrenamiento, se
sustituirá por una reunión de tributos para informarles sobre los nuevos
tributos que tendrán prevista su llegada sobre las once de la mañana.- El
vigilante asiente y se va de la sala inmediatamente.
Grace y yo vamos a su
dormitorio, el cual es exactamente igual, pero con los colores verdes. Tan solo
nosotras sabemos sobre la información de la elección de nuevos tributos, sin
embargo, el Capitolio ya esta pendiente de la nueva elección, ya que en cuanto
ponemos la televisión, ya están retransmitiendo el registro de los niños del
Distrito 6, que ni siquiera han tenido tiempo de arreglarse, ya que casi casi
todos, acuden en pijama.
Un agente de la paz
acude al escenario, ya que mientras se realiza la cosecha, el tren se dirige al
Distrito. Algo agotado, se dirige a la urna de las chicas, sin decir ni una
palabra. Regresa al micrófono y abre la papeleta torpemente, se le cae al suelo
en su intento de apertura. La coge de nuevo y pronuncia.
Bridguitte Mellark.
El apellido resuena
en el lugar junto a las sorprendidas caras que ha conseguido despertar a la
gente. Mellark, apellido único en el Distrito 12, se ha ido hacia el 6. Y
cuando la chica camina al escenario, sale él, Peeta Mellark. Llorando
desesperadamente y abrazándola, con un aspecto ahora desesperante, el pelo
oscuro, los ojos negros, y la cara llena de arrugas, el cuerpo descuidado, ha
cogido unos kilos y ha encogido de altura.
Un grupo de agentes
de la paz dirige a la chica al escenario junto al padre. Uno de los agentes de
la paz saca una pistola, primero, dispara a la chica, a Bridguitte, y después,
al padre, Peeta. La gente empieza a asustarse, algunos esbozando gritos, otros,
llevándose las manos a la cabeza, y yo soy de las que se llevan las manos a la
boca. El mismo agente de la paz se dirige de nuevo a la urna, y saca otra
papeleta, esta vez, algo mas avispado y pronuncia con claridad.
Landon Western.
La chica avanza al
escenario, llorando, con la cabeza gacha. Después, el agente de la paz se
dirige a la otra urna, esta vez a la urna de los chicos. Revuelve un poco y
saca una papeleta del fondo, vuelve al micrófono y dice lo mas alto que puede.
Josh Straith.
El chico, de la
temprana edad de doce años, acude llorando a moco tendido al escenario, como la
mayoría sabe, el Distrito 6, es un Distrito lleno a rebosar de débiles.
Una chica del
Capitolio les agarra de los hombros y se les lleva directamente al coche en el
que ha aparecido ella, los pobres chicos se han quedado sin despedirse de sus
seres queridos, que se quedan embobados en la puerta del Edificio de la
Justicia de allí. Al parecer, un tren de urgencia ya llego.
Grace y yo nos
miramos, sorprendidas y suspiramos. Lo único bueno que ha pasado aquí, es que
mañana no tendremos mucho más tiempo para descansar el tiempo que no tendremos
en la arena por nuestra preocupación a la muerte, o por lo menos la mía, esos
profesionales no tendrán ni miedo, ni conciencia por todos esos cadáveres que
dejaran atrás.
lunes, 31 de diciembre de 2012
Capítulo 4.
Me despierto temprano, demasiado. Según el reloj central del Capitolio son las 6 de la mañana, y me desperté tan pronto porque se me olvido bajar las persianas ayer por la noche, después de la discusión con Evan, lo único que me apetecía era moverme.
En cuanto me levanto
voy hacia la ducha, Me lleva una media hora encontrar un jabón que no huela a
ninguna fruta tropical y conseguir un jabón que me recuerda al Distrito 12. Un
jabón con olor a naranja que mi madre intercambiaba en el Quemador por unas
moras silvestres.
A las 7 y media, mi
avox me deja el traje de los entrenamientos encima de la cama. Me le pongo, y
le veo. Es de color negro, con unas rayas azules en las hombreras y en los
extremos de las piernas y muñequeras. Unas botas negras, tan cómodas que parece
que estas pisando nubes. Me hago dos trenzas de espigas que me enseño a hacer
mi abuela, ella siempre me decía que tenia manos de artista, espero que me
sirvan para algo en ese campo. A las ocho de la mañana ya estoy lista, y mas
que preparada para mi primer entrenamiento, aunque bastante nerviosa.
Salgo de la
habitación en dirección al comedor, y por suerte, están todos menos Evan.
-Anoche escuchamos
unos gritos, pero no nos atrevimos a preguntar.-Dice Maisy mientras unta una
tostada con mermelada de arándanos.
-Ya bueno, tuve una
pequeña discusión con Evan, pero pequeña.
-Resumidamente, que
si llega a ser una gran discusión ni nos lo contáis- Añade Colette sonriendo.
Me siento en la mesa
y como poco. Tomo un zumo de naranja, unas galletas con virutas de chocolate,
una rebanada de pan con forma de pez del Distrito 4 y una manzana. Colette me
lleva hacia el ascensor, y entonces es cuando Evan aparece en el comedor,
borracho. Nadie le hace caso, y, por suerte, Maisy no esta, por que si no, una
buena charla de modales era lo que le tocaba. Colette suspira y me sigue
dirigiendo al ascensor, me acompaña hasta la planta de los entrenamientos, al
final, me dice buena suerte, y veo el ascensor salir para arriba en una
milésima de segundo.
Cuando llego, solo
tenemos que esperar al Distrito 11, ya que han informado a los vigilantes y
entrenadores de que Evan no asistirá. Jeaninne, una chica de piel clarita y
pelo rubio, esta colocada en el centro del círculo formado por todos nosotros.
-Bienvenidos a los
entrenamientos tributos. Habrá 4 pruebas obligatorias, el resto están
divididas, por el lado izquierdo, las armas, por el lado derecho, las
enseñanzas sobre la naturaleza. Como siempre digo, practicad un poco de todo,
tanto armas, como conocimientos, muchos estaréis deseando coger una espada,
pero la mayoría moriréis por causas naturales.
Suena un golpe y los
tributos corren, la mayoría, hacia la zona izquierda, la de las armas. Me quedo
un rato pirada y miro los puestos, hasta que visualizo el puesto de hogueras.
La entrenadora me
ayuda a colocar las ramas en una pequeña pirámide, y a hacer un círculo de
piedras alrededor para que el fuego no se expanda. Ya yo sola empiezo a frotar
palos con piedras hasta que sale una pequeña rama, entonces, coloco un par de
hojas encima para que se expanda, hasta que tengo en media hora, en frente mio
un gran fuego, calentito y luminoso. El
siguiente puesto que decido visitar es el de los cuchillos. Debo de empezar a
manejarme con armas. Por suerte no hay mas gente en el puesto, así evitare las
risas. Cojo uno de los cuchillos y le lanzo hacia el maniquí. Para mi sorpresa,
resulta clavarse en la cabeza, y pienso en la suerte del principiante, pero
estos pensamientos vuelan cuando al segundo lanzamiento el cuchillo se ve
clavado en el pecho del muñeco. Sonrió y sigo con el lanzamiento de cuchillos,
hasta que ya aprendo las mejores tácticas. Al parecer, si se cogen de la hoja,
el cuchillo se lanza mas rápido, pero solo vienen bien si el enemigo esta
lejano, la que si se lanza de cerca el cuchillo saldrá volando. Cuando ya veo
que lo domino, resulta que el entrenamiento de la mañana ha finalizado.
En media hora ya me
veo en la comida de los tributos, todos estamos aquí, excepto Evan. Los
tributos del Distrito 1 y 2 están sentados juntos riendo. Y el resto están
sentados por parejas según sus Distritos. Al final, me veo destinada a sentarme
sola, cuando la chica del distrito siete, Grace, se sienta en frente mio.
-Hola, siento
sentarme aquí, es que mi compañero de Distrito se encontraba mal, y esta en el
dormitorio.-
-Mi compañero de
Distrito tampoco esta, sin embargo, no pensaba sentarme junto a el, no nos
llevamos muy bien que digamos.-
-Ya veo, ¿tu eres la
hija de Katniss Everdeen no?-
-Si, ¿por?-
-No, por nada.- Mira
su plato atentamente y come un poco de estofado.- Y, ¿Qué se te da bien en los
entrenamientos?-
-Soy mas de
conocimientos que de fuerza bruta o puntería, sin embargo, he descubierto
cierta habilidad con los cuchillos.- sonrío levemente.- ¿Tu?-
-También soy mas de
conocimientos, sin embargo, he empezado a practicar con los hachas que hay por
aquí y que también había por mi Distrito y se me da bastante bien- Sonríe.
Un timbre suena, al
parecer, la comida ha terminado, y el entrenamiento de la tarde va a empezar.
Grace y yo pasamos el
entrenamiento de la tarde aprendiendo a atar nudos, hemos aprendido por lo menos,
unos quince nudos diferentes. Ya que estuvimos ocupadas por los nudos, no nos
dio tiempo a nada más.
Esta noche no tenemos
nada que hacer, por lo tanto estoy algo aburrida. Evan esta descansando en su
dormitorio, al parecer, le han sedado con morfina para que no pueda beber más
alcohol, ya que no quería soltar una botella en todo el día.
Decido salir del
dormitorio. Recorro el pasillo sin rumbo, hasta que encuentro unas escaleras.
Las subo y me encuentro en un tejado, con los bordes rematados de alambres de
los que saltan chispas.
Veo una sombra
sentada algo cerca de mi, al parecer, no estoy sola aquí arriba.
viernes, 28 de diciembre de 2012
Analise Hawthorne.
No siempre los que tienen una vida facil disponen de privilegios.
Analise, hija de la vencedora de los septuagesimo cuartos juegos del hambre y de un cazador superviviente, es enviada a los juegos del hambre. Nadie pensaba que alguien que vivia en la aldea de los vencedores, tendria como proxima parada una arena rodeada de tributos asesinos, y algun que otro mas debil.
Analise, tan solo tiene como arma su astucia, aunque puede descubrir algun que otro don que nunca en su vida habia desarrollado y que puede resultarle fundamental para sobrevivir.
Antes de entrar en la arena, ha de enfrentarse a muchos problemas, y a un enemigo con el que tiene que convivir hasta ser soltados en la arena como salvajes.
Sin embargo, tambien tendra sus recompensas tras su esfuerzo en los entrenamientos y las presentaciones populares, como algun que otro aliado, o tal vez, algo mas.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Capítulo 3.
Los rayos de sol
atraviesan las persianas de la habitación. Me levanto y me meto en la ducha. Me
visto con unas sencillas mallas negras, una camiseta de color blanco y unos
zapatos llamados ‘’Manoletinas’’.
No me apetece
desayunar, por lo que me quedo viendo la televisión, hasta que el tren se
para, en unos minutos Colette y Maisy
están llamando a mi puerta para que salga. Cuando las puertas del tren se abren
automáticamente las cámaras se me pegan a la cara, los flashes de centenares de
cámaras tan grandes como un melón me entrecierran los ojos. Tardamos unos
veinte minutos en atravesar la estación de tren. Me montan en un lujoso coche,
de color negro y con los cristales tintados, sin embargo, los asientos del
interior del automóvil son muy confortables y de color beige. Cuando un señor
vestido de verde y azul me abre la puerta veo a donde me han traído, es el
Centro de renovación.
En unos minutos me
encuentro tumbada en una camilla cómoda y suave. Tres chicas del Capitolio se
dirigen a mí con unos guantes y unos uniformes azules. Sus nombres son Trival,
Laira y Delia. Al principio me depilan, dejándome con escasos pelos, los de las
cejas, y las pestañas, y mi cabello claro, que es lo único que no me pueden
tocar. Me echan una espuma arenosa que dicen que sirve para eliminar pieles
muertas y algo llamado puntos negros. Continúan con una crema de color amarillo
que al principio escuece, luego pica, pero al final resulta aliviador. Terminan
echándome un mejunje de color verde pistacho que me elimina unas cuatro capas
de piel.
Por fin han acabado;
y ahora me encuentro con una simple bata blanca en una sala desierta. La puerta
se abre, y es abierta por alguien que creo que es mi estilista.
-Hola Analise, soy
Cynthia- Resulta agradable que no tenga ese acento del Capitolio tan exagerado;
y al parecer combina bien los colores. Lleva un pantalón de color azul y una
blusa blanca a juego con sus zapatos, de maquillaje tan solo lleva una simple
sombra de ojos azul cielo. –Seré tu
estilista- deja un rato de hablar y da una vuelta alrededor mio- Como sabes,
esta noche son los desfiles, Luky y yo hemos preparado algo especial para esta
noche, así que ven, que es hora de empezar a vestirse.
Asiento mientras
espero a que vuelva. Cuando regresa la veo con una especie de vestido, o eso
parece, tapado con una tela blanca.
Cuando al fin lo
tengo puesto me coloco ante un espejo, y veo lo que llevo puesto. Unas mayas
negras que me cubren desde la cintura hasta los tobillos, un vestido negro con
unos pequeños brillos grises y unos zapatos planos que me cubren los pies. En
los bordes y las mangas del vestido hay dibujadas unas pequeñas llamitas. Llevo
una trenza de raíz, que recoge mi largo pelo y me llega por debajo del pecho.
Me parece algo sencillo, sin más, aunque mejor que el uniforme de minero que
suelen llevar todos los tributos el resto de los años.
Ya estoy en un
pequeño edificio que en cuanto se abra la puerta, nuestros carros saldrán al
centro de la ciudad. Los caballos de nuestros carros son negros como el carbón,
Evan lleva algo semejante a lo mio, pero con pantalón y camisa. Evito mirarle a
los ojos, la próxima vez que le vea, quiero que sea muerto. Me subo al carro, y
como no, el distrito 12 es el ultimo en salir. El carro avanza lentamente,
estos caballos están tan bien amaestrados que no necesitan jinete. Cuando la
gente me ve empieza a llamarme, al parecer se han molestado en aprender mi
nombre, grita y me lanza flores. Y cuando me veo en la pantalla entiendo
porque, las llamitas de las mangas y los bordes del vestido se han hecho de
verdad, y los pequeños puntitos negros empiezan a brillar como un diamante. El
carro se para, y la gente se calla, ni siquiera les he saludado ni sonreído, así
que no entiendo porque siguen tan emocionados. La presidenta Rosa se asoma al
falco de un casa, que esta justo en frente de la calle. Comienza dando un breve
discurso que es obligatorio y continua hablando.
-Espero que estos
juegos sean muy emocionantes, y tengo un presentimiento de que serán, muy
especiales- Recalca la palabra ‘’muy’’ mirándome a mi, hago una mueca de asco y
miro el suelo.
Cuando termina su
discurso, el carro avanza de nuevo y nos lleva a la sala de antes. Maisy,
Colette y los estilistas están ahí, delante del carro.
-¡Preciosos!- Exclama
Maisy ayudándome a bajar del carro- Bueno, ahora, iremos a nuestra planta, cada
distrito tiene su planta, y en la planta que hay por debajo del subsuelo
realizareis vuestros entrenamientos.
Subimos en el
ascensor con los del distrito nueve. Les ignoro y miro por la cristalera del
ascensor. El edificio en el que estamos es única y exclusivamente para los
tributos, pero es zona de visita en el Capitolio, ya que veo a capitolienses
con cámaras de fotos en la entrada del edificio.
En cuanto el ascensor
llega a su planta veo el gran sitio donde me alojare estos días. Me señalan mi
habitación, cuando entro está todo lleno de lujos que alguien de mi distrito
por mucho que se esfuerce no conseguirá en su vida. Las paredes son de azul
caribe, hay una gran cama en el centro, alta y con sabanas de seda, una mesita
a cada lado de la cama, una alfombra azul de terciopelo y una gran televisión
empotrada en una pared, y el baño en frente de la puerta del dormitorio. Encima
de la mesita de la izquierda hay un gran menú con todo tipo de comidas y
bebidas, y una especie de hueco empotrado por la que sale todo en una bandeja.
Me pido un pequeño trozo de estofado con una salsa de color marrón y un vaso de
zumo de manzana. Lo como todo tumbada en la cama mientras veo un concurso del
Capitolio en el que tienen que responder unas preguntas y a cambio pueden ganar
un dinero, como si quisieran mas.
-¿Puedo pasar?- Evan
llama a la puerta asomando la cabeza tras esta.
-No- le ignoro y continúo
mirando el televisor.
-Vale- Pasa y se
sienta al lado mio- Siento mucho lo que paso con Elizabeth, tú hermana, pero no
tienes por qué odiarme.
-No, que va- Le miro
dejando el plato en la cama- La hiciste mucho daño, ella te quería; y tu te
saliste con la tuya, así que ahora pagaras por todo lo que hiciste.
-Mira, yo venia a
disculparme, pero ahora ya basta. La única que va a morir aquí eres tú.
-Si, claro. ¡Si
tienes un cuerpo de espagueti y eres tan inútil como el Distrito 13!
Ignora mis gritos y
sale dando un portazo. Continúo comiendo y me pido más comida, esta vez ya la
cena. No pienso cenar con ese chico delante.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Capítulo 2.
Comparado con el
tren, la sala del edificio de justicia no le roza ni la suela del zapato en
torno a elegancia. Me invitan a sentarme en un sillón azul celeste, de una tela
suave y los brazos de color plateado, con el respaldo mas o menos alto. Asiento
y me siento, Evan se ha sentado en otra parte, y mejor, por que no le quiero
ver ni en pintura. La puerta del tren se abre y aparece Maisy hablando con
Colette, mi vecina y ahora mismo, mi mentora.
-Bueno chicos, nos
espera un largo viaje, así que si os parece, empezaremos por comer- Maisy habla
mientras nos conduce hasta el compartimento del comedor.
Me siento en una de
las sillas, con Colette al lado, y Maisy en frente. Ante mis ojos tengo una
amplia variedad de exquisitas comidas, delicadeces culinarias a elegir. Quiero
probar todo, asi que como tengo dos días en el tren decido comer cada día algo
diferente. Me sirvo un plato de una sopa de champiñones deliciosa. Tras esto,
tomo ternera asada, con una salsa marrón por encima. Como postre elijo un
pastel morado con confituras, del tamaño de una manzana. Estoy llena.
Colette me lleva a mi
compartimento tras la comida. Es una habitación enorme, con las paredes
pintadas de un malva relajante, y una cama algo alta, con unas sabanas suaves
de color blanco, una alfombra de terciopelo morado y una mesita a cada lado de
la cama, y en frente de esta, una amplia televisión. Me meto en el baño y me
quito el vestido, le dejo estirado delicadamente en una banqueta que hay en el
baño. Me meto en la ducha, estoy perdida, tiene unos diez botones diferentes,
para agua fría y caliente, diferentes jabones… Mezclo agua caliente y fría
hasta dejar el templado perfecto, después, una ‘’avalancha’’ de jabón con olor
a menta me baña. Me aclaro y me enrollo en una toalla suave como la seda,
cuando presiono un botón del espejo del tocador me empieza a secar es pelo y me
le desenreda.
Rebusco en el armario
algo de mi estilo, o por lo menos sencillo, pero lo único que encuentro es ropa
de colores llamativos y alegres. Al final opto por unas mayas negras y una
camiseta verde clara de manga corta.
Me paso el resto de la tarde viendo la
televisión que hay en el dormitorio, aunque aburrida y aterrada. Tan solo
emiten una especie de resumen de los Juegos del Hambre del año pasado. Vería
las cosechas, pero las echan alrededor de las nueve y media, después de la
cena. Y entonces Maisy llama a mi
puerta, es la hora de cenar.
Para cenar me sirvo
un plato de estofado con unos diminutos guisantes rosas y una salsa de unas
jugosas bayas a las que llaman ‘’Kiskies’’ según me ha dicho Maisy.
-Luego veremos las
cosechas y a dormir, mañana llegaremos al Capitolio temprano y será un día muy,
muy largo- Colette nos informa quitándole la palabra de la boca a Maisy.
Cuando acabamos de
cenar nos dirigimos a otro compartimento en el que se encuentran unos cuantos
sofás y una gran televisión empotrada en la pared. Las cosechas comienzan.
En el distrito 1 son
ambos los voluntarios, una chica de ojos azules turquesa se presenta
voluntaria, y me quedo con su nombre; Greta, un chico fuerte de ojos marrones
que responde al nombre de Peter sale al escenario con paso firme. En el
distrito 2 la chica sonríe maliciosamente al escuchar su nombre; Aisha, en la
sección de chicos sale un niño de 12 años, pero otro de 18 le sustituye sin
conocerle de nada, su nombre es Ryan. En el distrito 3 hay una pareja, el
nombre de la chica salió y el novio se presento voluntario para protegerla, o
eso supongo. En el 4 hay otra cosecha de profesionales, pero no recuerdo sus
nombres. En el 5 una chica pelirroja de ojos color miel y cara astuta, Selene Crane juguetea con un mechero, y su apellido me resulta familiar, pero no caigo; y un
chico de esos mismos rasgos, Richard. En el 7 una chica avanza algo triste,
conteniendo sus lágrimas, su nombre es Grace; el chico con el nombre de William
y de 13 años avanza llorando al escenario. El resto de las cosechas son disgustadas
y la mayoría de los tributos de entre 14 y 17. Y luego salgo yo.
Las cosechas acaban y
el televisor se apaga automáticamente, las cosechas son una emisión obligatoria
que hace que todos los televisores se activen solos, así como mensajes de la
Presidenta Rosa; nieta del antiguo Snow asesinado por un Capitoliense
disgustado por la muerte de su hermano; Seneca Crane, o comunicados sobre
nuevas reglas, alguna muerte, giras de la victoria…
Me dirijo a mi
compartimento y cierro la puerta de golpe. Miro por la ventana, apenas se ve
nada, entre la oscuridad, y la velocidad que lleva el tren… Corro un poco la
cortina, pero no del todo, ya que si mañana no entra la luz del sol no soy
capaz de despertarme, siempre he sido muy dormilona, y perezosa.
Me pongo un camisón
de seda azul caribe, mi color favorito. Me meto en la cama, y noto una
sensación de que las sabanas me abrazan y acogen. No me cuesta mucho dormirme,
estoy agotada.
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