lunes, 7 de enero de 2013

Capítulo 5.



-Hola- Me sobresalto un poquito al ver que es el chico del Distrito 4, del cual no recuerdo el nombre.
-Hola, ¿Cómo te llamas?- Me resulta extraño, ya que se supone que aquí nos conocemos todos, y esta pregunta me recuerda a cuando inicie la escuela.
-Soy Sean, del 4, y si no me equivoco, tu eres Analise ¿no?- Asiento, todo el mundo me conoce, por ser la hija de una antigua vencedora, y no es que este muy satisfecha.
-¿Y como es que esta por aquí un profesional?-
-No soy un profesional, mi madre no quería enviarme a la academia de entrenamientos, le parecía que seria estropear mi infancia, y que ya bastante mal estaba ya viviendo en la sociedad que vivimos.-
-Pensaba que eso no se podía hacer, que todos estaban obligados a acudir. Pero ya veo que no.- Suspiro y miro al frente. Tal vez podría escaparme, podría hacerlo si saltara lo suficiente esos alambres.
-Me da que no vas a poder, el alambre transmite demasiada electricidad como para aumentar tres metros mediante un sensor de movimiento.-
-Ni que tu Distrito fuera el de la enseñanza, en el caso de que existiera.-
-Mi madre es profesora en la escuela, y siempre me ha enseñado todo lo que sabía.-
Por una vez le veo tal y como es, tiene los ojos del color del mar, el pelo castaño tirando a moreno, y una piel algo morena.
-¿Te pasa algo?-
-No nada, no pensé que serias así, te imaginaba como un asesino psicópata.-
-No, soy algo bastante distinto a eso por suerte, menos mal que mi madre no me mando a esa academia, si no, ahora seria uno de ellos.- Esto hace que esboce una leve sonrisa, por lo menos, he conocido a dos personas, que tienen algo de inteligencia en sus mentes.
Estamos una media hora hablando sobre el Capitolio, y entonces, es cuando comprendo que en  esos distritos solo tienen facultad para comer algo mas, sin embargo, en cuanto a los agentes de la paz, allí les tienen mas duros. En nuestro distrito, los agentes de la paz son fácilmente sobornados por algo de carne o algunas monedas que necesitan para sobrevivir. Miro la hora en un reloj que el lleva colocado en su muñeca, con el mango negro y unas pequeñitas rayas de ese mismo color, con la esfera redonda y plateada y que marca la hora de la una y cinco de la madrugada. Ambos debemos de descansar para el entrenamiento de mañana, que será el más largo de todos y a la noche, el entrenamiento privado con los vigilantes, y la presidenta Rosa. Pasado solo tendremos entrenamiento por la mañana, ya que por la tarde tendremos que prepararnos para las entrevistas con Caesar Flickerman. En donde pasaremos uno a uno, luciendo elegantes y lujosos trajes, y respondiendo a unas preguntas que le interesan al Capitolio durante el tiempo estimado de cinco minutos. Al día siguiente de este, acudiremos a la arena, ese estadio repleto de tributos que a saber que esconde en el.
Bajo las escaleras del tejado y me dirijo hacia mi dormitorio directamente, me pongo un pijama formado por un pantalón y una camisa, ambos de seda. Me meto en la cama, sin embargo, no soy capaz de dormir, hoy ni siquiera cene, y las tripas me reclaman comida. Salgo de la cama y encargo en el panel un plato de solomillo con patatas cubiertas de una salsa rosada, junto a una bebida azul que ni siquiera se como se llama, será otro de estos nombres extraños del Capitolio.
Como lentamente, disfrutando de cada mordisco, mientras veo la televisión del Capitolio, programas sin sentido que ofrecen a sus habitantes diversión, si eso se le puede llamar diversión. Sin darme cuenta, ya son las dos de la mañana, y tengo que descansar ya, o mañana no podre ni levantarme.  Me vuelvo a meter en la cama, cuando unos gritos invaden todo el edificio, salgo de mi habitación corriendo, buscando el origen del sonido, hasta que llego a donde proviene. De la planta del distrito 6, y al parecer, a sucedido una catástrofe.
La chica del distrito 6, Ice, ha sido asesinada por su compañero de Distrito, el psicópata Derek. Un par de policías le esposan frente de la presidenta Rosa, que contempla el cadáver de la chica cruzada de brazos. Me dirijo a Grace.
-¿Qué va a pasar?-
-No lo se, estaba intentando escuchar.- Asiento y hago lo mismo, hasta que al fin, nos enteramos de algo.
-Tendremos que buscar a dos nuevos tributos en el Distrito 6.- Se rasca un poco la cabeza y continua hablándole al vigilante jefe.- Ahora mismo convocareis a todo el Distrito 6, se ha de repetir la cosecha, y mañana por la mañana no habrá entrenamiento, se sustituirá por una reunión de tributos para informarles sobre los nuevos tributos que tendrán prevista su llegada sobre las once de la mañana.- El vigilante asiente y se va de la sala inmediatamente.
Grace y yo vamos a su dormitorio, el cual es exactamente igual, pero con los colores verdes. Tan solo nosotras sabemos sobre la información de la elección de nuevos tributos, sin embargo, el Capitolio ya esta pendiente de la nueva elección, ya que en cuanto ponemos la televisión, ya están retransmitiendo el registro de los niños del Distrito 6, que ni siquiera han tenido tiempo de arreglarse, ya que casi casi todos, acuden en pijama.
Un agente de la paz acude al escenario, ya que mientras se realiza la cosecha, el tren se dirige al Distrito. Algo agotado, se dirige a la urna de las chicas, sin decir ni una palabra. Regresa al micrófono y abre la papeleta torpemente, se le cae al suelo en su intento de apertura. La coge de nuevo y pronuncia.
Bridguitte Mellark.
El apellido resuena en el lugar junto a las sorprendidas caras que ha conseguido despertar a la gente. Mellark, apellido único en el Distrito 12, se ha ido hacia el 6. Y cuando la chica camina al escenario, sale él, Peeta Mellark. Llorando desesperadamente y abrazándola, con un aspecto ahora desesperante, el pelo oscuro, los ojos negros, y la cara llena de arrugas, el cuerpo descuidado, ha cogido unos kilos y ha encogido de altura.
Un grupo de agentes de la paz dirige a la chica al escenario junto al padre. Uno de los agentes de la paz saca una pistola, primero, dispara a la chica, a Bridguitte, y después, al padre, Peeta. La gente empieza a asustarse, algunos esbozando gritos, otros, llevándose las manos a la cabeza, y yo soy de las que se llevan las manos a la boca. El mismo agente de la paz se dirige de nuevo a la urna, y saca otra papeleta, esta vez, algo mas avispado y pronuncia con claridad.
Landon Western.
La chica avanza al escenario, llorando, con la cabeza gacha. Después, el agente de la paz se dirige a la otra urna, esta vez a la urna de los chicos. Revuelve un poco y saca una papeleta del fondo, vuelve al micrófono y dice lo mas alto que puede.
Josh Straith.
El chico, de la temprana edad de doce años, acude llorando a moco tendido al escenario, como la mayoría sabe, el Distrito 6, es un Distrito lleno a rebosar de débiles.
Una chica del Capitolio les agarra de los hombros y se les lleva directamente al coche en el que ha aparecido ella, los pobres chicos se han quedado sin despedirse de sus seres queridos, que se quedan embobados en la puerta del Edificio de la Justicia de allí. Al parecer, un tren de urgencia ya llego.
Grace y yo nos miramos, sorprendidas y suspiramos. Lo único bueno que ha pasado aquí, es que mañana no tendremos mucho más tiempo para descansar el tiempo que no tendremos en la arena por nuestra preocupación a la muerte, o por lo menos la mía, esos profesionales no tendrán ni miedo, ni conciencia por todos esos cadáveres que dejaran atrás.

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