-Hola- Me sobresalto
un poquito al ver que es el chico del Distrito 4, del cual no recuerdo el
nombre.
-Hola, ¿Cómo te llamas?-
Me resulta extraño, ya que se supone que aquí nos conocemos todos, y esta
pregunta me recuerda a cuando inicie la escuela.
-Soy Sean, del 4, y
si no me equivoco, tu eres Analise ¿no?- Asiento, todo el mundo me conoce, por
ser la hija de una antigua vencedora, y no es que este muy satisfecha.
-¿Y como es que esta
por aquí un profesional?-
-No soy un
profesional, mi madre no quería enviarme a la academia de entrenamientos, le
parecía que seria estropear mi infancia, y que ya bastante mal estaba ya viviendo
en la sociedad que vivimos.-
-Pensaba que eso no
se podía hacer, que todos estaban obligados a acudir. Pero ya veo que no.-
Suspiro y miro al frente. Tal vez podría escaparme, podría hacerlo si saltara
lo suficiente esos alambres.
-Me da que no vas a
poder, el alambre transmite demasiada electricidad como para aumentar tres
metros mediante un sensor de movimiento.-
-Ni que tu Distrito
fuera el de la enseñanza, en el caso de que existiera.-
-Mi madre es
profesora en la escuela, y siempre me ha enseñado todo lo que sabía.-
Por una vez le veo
tal y como es, tiene los ojos del color del mar, el pelo castaño tirando a
moreno, y una piel algo morena.
-¿Te pasa algo?-
-No nada, no pensé
que serias así, te imaginaba como un asesino psicópata.-
-No, soy algo bastante
distinto a eso por suerte, menos mal que mi madre no me mando a esa academia,
si no, ahora seria uno de ellos.- Esto hace que esboce una leve sonrisa, por lo
menos, he conocido a dos personas, que tienen algo de inteligencia en sus
mentes.
Estamos una media
hora hablando sobre el Capitolio, y entonces, es cuando comprendo que en esos distritos solo tienen facultad para
comer algo mas, sin embargo, en cuanto a los agentes de la paz, allí les tienen
mas duros. En nuestro distrito, los agentes de la paz son fácilmente sobornados
por algo de carne o algunas monedas que necesitan para sobrevivir. Miro la hora
en un reloj que el lleva colocado en su muñeca, con el mango negro y unas
pequeñitas rayas de ese mismo color, con la esfera redonda y plateada y que
marca la hora de la una y cinco de la madrugada. Ambos debemos de descansar
para el entrenamiento de mañana, que será el más largo de todos y a la noche,
el entrenamiento privado con los vigilantes, y la presidenta Rosa. Pasado solo
tendremos entrenamiento por la mañana, ya que por la tarde tendremos que
prepararnos para las entrevistas con Caesar Flickerman. En donde pasaremos uno
a uno, luciendo elegantes y lujosos trajes, y respondiendo a unas preguntas que
le interesan al Capitolio durante el tiempo estimado de cinco minutos. Al día
siguiente de este, acudiremos a la arena, ese estadio repleto de tributos que a
saber que esconde en el.
Bajo las escaleras
del tejado y me dirijo hacia mi dormitorio directamente, me pongo un pijama
formado por un pantalón y una camisa, ambos de seda. Me meto en la cama, sin
embargo, no soy capaz de dormir, hoy ni siquiera cene, y las tripas me reclaman
comida. Salgo de la cama y encargo en el panel un plato de solomillo con
patatas cubiertas de una salsa rosada, junto a una bebida azul que ni siquiera
se como se llama, será otro de estos nombres extraños del Capitolio.
Como lentamente,
disfrutando de cada mordisco, mientras veo la televisión del Capitolio,
programas sin sentido que ofrecen a sus habitantes diversión, si eso se le
puede llamar diversión. Sin darme cuenta, ya son las dos de la mañana, y tengo
que descansar ya, o mañana no podre ni levantarme. Me vuelvo a meter en la cama, cuando unos
gritos invaden todo el edificio, salgo de mi habitación corriendo, buscando el
origen del sonido, hasta que llego a donde proviene. De la planta del distrito
6, y al parecer, a sucedido una catástrofe.
La chica del distrito
6, Ice, ha sido asesinada por su compañero de Distrito, el psicópata Derek. Un
par de policías le esposan frente de la presidenta Rosa, que contempla el
cadáver de la chica cruzada de brazos. Me dirijo a Grace.
-¿Qué va a pasar?-
-No lo se, estaba
intentando escuchar.- Asiento y hago lo mismo, hasta que al fin, nos enteramos
de algo.
-Tendremos que buscar
a dos nuevos tributos en el Distrito 6.- Se rasca un poco la cabeza y continua hablándole
al vigilante jefe.- Ahora mismo convocareis a todo el Distrito 6, se ha de
repetir la cosecha, y mañana por la mañana no habrá entrenamiento, se
sustituirá por una reunión de tributos para informarles sobre los nuevos
tributos que tendrán prevista su llegada sobre las once de la mañana.- El
vigilante asiente y se va de la sala inmediatamente.
Grace y yo vamos a su
dormitorio, el cual es exactamente igual, pero con los colores verdes. Tan solo
nosotras sabemos sobre la información de la elección de nuevos tributos, sin
embargo, el Capitolio ya esta pendiente de la nueva elección, ya que en cuanto
ponemos la televisión, ya están retransmitiendo el registro de los niños del
Distrito 6, que ni siquiera han tenido tiempo de arreglarse, ya que casi casi
todos, acuden en pijama.
Un agente de la paz
acude al escenario, ya que mientras se realiza la cosecha, el tren se dirige al
Distrito. Algo agotado, se dirige a la urna de las chicas, sin decir ni una
palabra. Regresa al micrófono y abre la papeleta torpemente, se le cae al suelo
en su intento de apertura. La coge de nuevo y pronuncia.
Bridguitte Mellark.
El apellido resuena
en el lugar junto a las sorprendidas caras que ha conseguido despertar a la
gente. Mellark, apellido único en el Distrito 12, se ha ido hacia el 6. Y
cuando la chica camina al escenario, sale él, Peeta Mellark. Llorando
desesperadamente y abrazándola, con un aspecto ahora desesperante, el pelo
oscuro, los ojos negros, y la cara llena de arrugas, el cuerpo descuidado, ha
cogido unos kilos y ha encogido de altura.
Un grupo de agentes
de la paz dirige a la chica al escenario junto al padre. Uno de los agentes de
la paz saca una pistola, primero, dispara a la chica, a Bridguitte, y después,
al padre, Peeta. La gente empieza a asustarse, algunos esbozando gritos, otros,
llevándose las manos a la cabeza, y yo soy de las que se llevan las manos a la
boca. El mismo agente de la paz se dirige de nuevo a la urna, y saca otra
papeleta, esta vez, algo mas avispado y pronuncia con claridad.
Landon Western.
La chica avanza al
escenario, llorando, con la cabeza gacha. Después, el agente de la paz se
dirige a la otra urna, esta vez a la urna de los chicos. Revuelve un poco y
saca una papeleta del fondo, vuelve al micrófono y dice lo mas alto que puede.
Josh Straith.
El chico, de la
temprana edad de doce años, acude llorando a moco tendido al escenario, como la
mayoría sabe, el Distrito 6, es un Distrito lleno a rebosar de débiles.
Una chica del
Capitolio les agarra de los hombros y se les lleva directamente al coche en el
que ha aparecido ella, los pobres chicos se han quedado sin despedirse de sus
seres queridos, que se quedan embobados en la puerta del Edificio de la
Justicia de allí. Al parecer, un tren de urgencia ya llego.
Grace y yo nos
miramos, sorprendidas y suspiramos. Lo único bueno que ha pasado aquí, es que
mañana no tendremos mucho más tiempo para descansar el tiempo que no tendremos
en la arena por nuestra preocupación a la muerte, o por lo menos la mía, esos
profesionales no tendrán ni miedo, ni conciencia por todos esos cadáveres que
dejaran atrás.
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